Los opuestos se atraen, de ahí la veneración del Tantra por la polaridad sexual. El femenino, en la medida en que pueda descubrir su auténtica feminidad y fundirse en ella, atraerá a un masculino sano y deseoso de fusión, tanto a nivel interno como externo.
El trabajo de la polaridad sexual en la filosofía tántrica nos propone un ejercicio de dualidad hacia la no dualidad, es decir, descubrir nuestro opuesto para acercarnos a él y así caminar juntos, creando una tercera fuerza que une a las dos y crea un cuerpo nuevo, una no dualidad.
Actualmente está de moda que los hombres se vuelvan más femeninos para poder acercarse a las mujeres y las mujeres más masculinas para poder desenvolverse en esta sociedad competitiva. Es un error absurdo que se ha fomentado debido a la obsesión por la neutralidad (confundiéndola con la igualdad) que, partiendo de buenas intenciones, pretende crear a un ser humano plano, con escalas de valores en relación a emociones “buenas o malas”. No puedo más que augurar buenas y largas amistades sobre aquellas parejas que tratan de vivir en un estado verde y placentero de somnolencia, hacia un estado que no es ni femenino ni masculino, ni tan siquiera andrógino, sino asexual, sin polaridad, sin pasión y sin compasión, solo en un constante ensoñamiento.
El tántrico venera la polaridad sexual, pues ella le une. El movimiento tántrico, aunque pueda haber experimentado un auge dudoso, no es ni mucho menos New Age, o al menos no está relacionado con la mayoría de las propuestas de la nueva era. Sino que, partiendo de unas enseñanzas milenarias, se consolida como un trabajo de integración del cielo y la tierra en nosotros, convivir en ella y encontrar nuestro Yo en cada uno de los espacios cambiantes que experimenta la vivencia de las polaridades energéticas. Asimismo, el objetivo es crear un eje estable sobre el que dancen las energías cósmicas.
El Tantra propone llegar a la interrelación con nuestros opuestos, reconocer las diferentes energías que operan en nuestro interior. El masculino debe acercarse al femenino y el femenino debe permitir que el masculino se acerque. Así como lo de dentro es afuera, así como lo de arriba es abajo, nuestra actitud exterior supeditará nuestra actitud interior.
HOLA!, Soy el idiota que escribe esto...
Y quizás sea interesante o tal vez no, no lo sé; Ser o no ser... ese es el verdadero dilema. Este es un espacio para soltarme, un lugar donde dejo fluir mis ideas más disparatadas, donde me entrego a la procrastinación del cuerpo y al impulso mental de vomitar públicamente, para exorcizarme y, quién sabe, quizá también para exorcizar a otros. Ser humano es más complejo de lo que parece, porque hay que saber cuándo soltarse y cuándo atarse. ¿Cuándo cada cosa? Ahí radica la verdadera cuestión. A ojo de buen cubero, diría que ese es el dilema: cuándo ser mitad hijo de Dios y cuándo mitad hijo de puta...
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