Hola!
La vida es una Respiración. Un tomar aire, retener y exhalar.
Esa es la finalidad de la vida: nacer y morir. Todo lo que viene, viene para irse. Todo lo que sube, baja. Todo lo que se llena, se vacía. Todo lo que inspira, expira. Ese es el gran ciclo de la existencia. Y la verdad es que este lugar en el que estamos es de tránsito. No somos ni el inicio ni el final. Somos lo que ocurre entre una inhalación y una exhalación.
Ese es nuestro momento.
El momento entre respiraciones.
Esa es la clave. ¿Cómo te sientes en ese intervalo? ¿En ese instante en el que el aire está dentro, suspendido… o en el que ya se ha ido del todo?
Haz la prueba. Inhala profundo… y quédate ahí, en ese espacio lleno, en ese instante sin movimiento. Espera. No hagas nada. Ese es el sabor de la vida: presencia, quietud, contención.
Ahora exhala por completo, vacíate, y permanece ahí también. Se siente distinto. Hay menos margen. Es más incómodo. Más vulnerable. Ese es el sabor de la muerte.
Quienes practicamos el Tantra Kaula llamamos kumbhaka a esos momentos. Y aunque parece simplemente una retención del aliento, es mucho más que eso.
¿Qué es kumbhaka?
Kumbhaka es un término sánscrito que significa literalmente "retención" o "vasija". En la práctica, se refiere a la suspensión de la respiración, el momento en que el flujo del aire se detiene, ya sea después de inhalar o después de exhalar.
Aunque proviene de las técnicas clásicas del prāṇāyāma y el yoga, en el Tantra Kaula, kumbhaka no se reduce a una técnica respiratoria. Es una práctica energética y meditativa que permite contener y transformar la energía vital (prāṇa), y acceder a estados ampliados de consciencia.
Tipos de kumbhaka
Antara kumbhaka (retención interna):
Ocurre después de inhalar y antes de exhalar. El cuerpo está lleno de aire. Es un espacio de expansión, fuerza y contención. Simbólicamente asociado a la vida, la plenitud y la conciencia despierta.
Bahya kumbhaka (retención externa):
Ocurre después de exhalar y antes de volver a inhalar. El cuerpo está vacío. Es un espacio más exigente, que puede generar ansiedad o sensación de vulnerabilidad. Asociado simbólicamente a la muerte, el vacío y la entrega.
Kevala kumbhaka (retención espontánea):
No es inducida por la voluntad, sino que ocurre de forma natural cuando la mente está completamente en calma y el prāṇa se equilibra. En ese estado, el cuerpo entra en una suspensión natural del aliento, sin esfuerzo. Es considerado un signo de estados meditativos profundos o de realización espiritual.
El kumbhaka como práctica para la vida emocional
Muchos de nuestros conflictos con la vida y la muerte no son abstractos. Se expresan en el cuerpo, en la forma en que respiramos —o dejamos de respirar— cuando nos sentimos amenazados, heridos o desconectados. Vivimos buena parte del tiempo en tensión, anticipando peligros, sosteniendo emociones no digeridas, atrapados en relaciones que despiertan nuestras heridas o en pensamientos que nos aprisionan.
Esta tensión vital, a menudo inconsciente, nace del miedo a soltar, del miedo a lo desconocido, del miedo al vacío. Nos cuesta detenernos porque asociamos el detenernos con el riesgo de sentir: sentir el dolor, la soledad, la rabia, el deseo, el desamparo. Pero justamente por eso, kumbhaka se vuelve tan importante. Porque es una pausa voluntaria. Una interrupción elegida del automatismo.
Kumbhaka es una invitación a detener todo lo externo —el impulso de hacer, de reaccionar, de controlar— y entrar en el cuerpo. Activar el sexto sentido: la interocepción, la capacidad de sentirnos desde dentro. Percibir el pulso de la sangre, el latido del corazón, la vibración en los órganos, el peso de los huesos, el flujo de la energía.
Kumbhaka es un momento para volver al origen.
Para resetear el sistema nervioso y emocional.
Para habitar el presente sin exigirle nada.
Para hacernos presencia con lo que hay.
En ese espacio, suspendido entre el impulso de vivir y el miedo a morir, podemos liberarnos por un instante de los condicionamientos externos. Y, sobre todo, enfrentarnos con compasión a nuestros miedos más profundos. A esas memorias que tensan el cuerpo y nos llevan una y otra vez a reaccionar desde mecanismos de defensa y protección.
Ahí, en esa pausa, es posible dejar de huir.
Es posible dejar de sostener el personaje.
Es posible, incluso, dejar de sufrir.
Porque en ese instante sin aliento, sin lucha, sin nombre, podemos recordar lo esencial: que no tenemos que pelear por vivir, ni defendernos del amor. Solo sentir. Solo estar.
Pon un kumbhaka en tu vida.
Detente.
Respira.
Habita.
Y vuelve a empezar.
Un abrazo,
HOLA!, Soy el idiota que escribe esto...
Y quizás sea interesante o tal vez no, no lo sé; Ser o no ser... ese es el verdadero dilema. Este es un espacio para soltarme, un lugar donde dejo fluir mis ideas más disparatadas, donde me entrego a la procrastinación del cuerpo y al impulso mental de vomitar públicamente, para exorcizarme y, quién sabe, quizá también para exorcizar a otros. Ser humano es más complejo de lo que parece, porque hay que saber cuándo soltarse y cuándo atarse. ¿Cuándo cada cosa? Ahí radica la verdadera cuestión. A ojo de buen cubero, diría que ese es el dilema: cuándo ser mitad hijo de Dios y cuándo mitad hijo de puta...
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