Hola!
Haz este experimento.
Con calma. Levántate, ve al baño, o a un lugar donde haya un espejo. Mírate.
No hagas nada más.
Solo mírate.
Mírate a los ojos. Entra en ellos. Quédate ahí.
Sin otro ánimo que el de mirarte.
Es curioso: apenas nos miramos. Y cuando lo hacemos, suele ser con algún propósito —arreglarnos, juzgarnos, comprobar cómo nos queda algo.
Pero esta propuesta es mucho más sencilla… y, sin embargo, mucho más desafiante:
mirarte sin hacer nada.
Trata de observar tus pensamientos. ¿Qué te dicen?
Trata de observar tus emociones. ¿Qué escuchas ahí?
Trata de observar tu cuerpo. ¿Qué sensaciones se mueven? ¿Qué reacciones aparecen?
Es una práctica que requiere mucha honestidad.
Cuanto más simple es una práctica, más difícil es hacerla sin que el ego se meta por medio.
Y está bien. Que se meta.
De hecho, esa es la finalidad: que puedas distinguir qué viene de la máquina aprendida…
y qué es realmente tuyo.
¿Cómo se hace eso?
A través del Yo Observador.
En el Cuarto Camino, el observador es una de las llaves maestras para desidentificarse de lo que es adquirido, aprendido, mecánico… y volver a lo esencial.
🧘♂️ El Yo Observador
El Yo Observador —también llamado testigo o presencia— es la parte de ti que observa sin identificarse.
No reacciona. No juzga. Simplemente ve.
Es silencioso. Presente. Está más allá del pensamiento.
No necesita tener razón.
No defiende ninguna imagen.
Puede ver tus emociones sin ser arrastrado por ellas.
Puede escuchar tus pensamientos sin tomarlos como verdad.
Cuando estás en el Yo Observador, puedes notar:
“Mira, hay ansiedad” o “Está apareciendo un juicio”,
sin dejarte arrastrar por eso.
🤖 La Máquina, los Yoes, el Ego
En el lenguaje del Cuarto Camino, la máquina es el funcionamiento automático del ser humano cuando no hay presencia.
Es decir: cuando no hay nadie en casa.
Está hecha de hábitos, condicionamientos, prejuicios, voces heredadas, reacciones inconscientes…
En ese estado, lo que llamamos "yo" no es uno, sino una multitud de yoes:
el yo que se ofende, el yo que quiere agradar, el yo que se compara, el yo que teme, el que desea controlar, el que se cree menos...
Cada uno aparece, actúa, toma el mando… y desaparece cuando viene otro.
Y todos estos yoes llevan consigo prejuicios: morales, sexuales, espirituales.
No nacen del presente, sino de la memoria, de la cultura, del miedo.
Ejemplo: ves a alguien diferente y aparece un pensamiento:
“Esta persona es rara. No me gusta.”
Ese juicio no es tuyo.
Es un reflejo de la máquina. Un yo condicionado que habla.
Yo Observador
-Observa sin identificarse
-No juzga
-Está en el presente
-Es silencioso
-Permite
Máquina / Yoes / Ego
-Reacciona automáticamente
-Juzga constantemente
-Vive en el pasado o el futuro
-Está lleno de ruido interno
-Controla o rechaza
🧭 ¿Por qué es tan importante esta distinción?
Porque no puedes transformarte desde los yoes.
Cada yo quiere seguir existiendo. No quiere cambiar.
Pero cuando aparece el Yo Observador, aparece la claridad.
Y desde ahí, puedes ver con lucidez lo que está actuando… y elegir no seguirlo.
Esa es la primera puerta hacia una libertad interior real.
Y todo empieza con algo tan simple —y tan profundo— como mirarte a los ojos sin hacer nada.
¿Y cómo se construye un Yo Observador estable?
Uno que, incluso en los peores momentos, pueda darte objetividad, ayudarte a no ser arrastrado por los automatismos y devolverte a la armonía.
Porque es desde ahí —desde esa presencia lúcida— donde se toman las mejores decisiones.
No desde la identificación constante con lo que te está sucediendo.
Cuando vives desde esa identificación, sigues en la rueda del burro tras la zanahoria: reaccionando, repitiendo, atrapado en lo que aprendiste sin darte cuenta.
Porque la mayoría de esos aprendizajes —los que nos moldearon de niños— no los elegimos libremente.
Fueron impuestos por nuestros padres, educadores o el entorno.
Y terminaron forjando eso que llamamos “carácter”.
Pero el carácter no es esencia. Es adaptación. Es estrategia de supervivencia.
De todo esto voy a hablar en mi próxima charla:
“Al corazón del desierto”
Una exploración profunda sobre cómo construir un Yo Observador por encima de lo que sucede,
estable, objetivo, capaz de rescatarte cuando más lo necesitas.
Nos vemos allí.
HOLA!, Soy el idiota que escribe esto...
Y quizás sea interesante o tal vez no, no lo sé; Ser o no ser... ese es el verdadero dilema. Este es un espacio para soltarme, un lugar donde dejo fluir mis ideas más disparatadas, donde me entrego a la procrastinación del cuerpo y al impulso mental de vomitar públicamente, para exorcizarme y, quién sabe, quizá también para exorcizar a otros. Ser humano es más complejo de lo que parece, porque hay que saber cuándo soltarse y cuándo atarse. ¿Cuándo cada cosa? Ahí radica la verdadera cuestión. A ojo de buen cubero, diría que ese es el dilema: cuándo ser mitad hijo de Dios y cuándo mitad hijo de puta...
ÚNETE A MI LISTA DE CORREO ELECTRÓNICO
Newsletter
Suscríbete a mis actualizaciones diarias.
Creado con © systeme.io