Sexualidad, deseo y sexo: tres fuerzas que el Tantra nos enseña a integrar

Vivimos en una época en la que se habla mucho de sexo, pero muy poco de sexualidad. Se confunden el deseo con el impulso, la intimidad con la descarga, el placer con la evasión. Y, sin embargo, detrás de todo eso late una energía poderosa que, si aprendemos a conocerla y dirigirla, puede transformarse en conciencia, vitalidad y amor.

Sexo, deseo y sexualidad: tres planos distintos

El sexo es la expresión física, el acto biológico a través del cual liberamos energía y buscamos conexión o placer.


El deseo sexual es la fuerza instintiva que nos mueve hacia el encuentro, el impulso vital que busca expansión y fusión.


La sexualidad, en cambio, es algo más amplio: es la manera en que habitamos nuestro cuerpo, la relación que tenemos con nuestro placer, con nuestra energía, con el otro y con la vida misma.

Alexander Lowen, padre de la bioenergética, decía que “la sexualidad es la expresión más profunda de la vitalidad del cuerpo”. Cuando nuestra energía sexual fluye libremente, nos sentimos vivos, creativos y en paz. Pero cuando se bloquea o se reprime, se convierte en tensión, ansiedad o desconexión.

El Tantra: transformar la energía sexual en conciencia

Desde el Tantra trabajamos con todos estos niveles —sexo, deseo y sexualidad— no para reprimirlos ni para exaltarlos, sino para integrarlos.
El Tantra enseña a observar el deseo sin dejarse dominar por él, a disfrutar del sexo sin perder la presencia, y a vivir la sexualidad como un camino de autoconocimiento y expansión de la conciencia.

Cuando respiramos conscientemente, cuando movemos el cuerpo con atención, cuando abrimos el corazón en la experiencia sexual, esa energía deja de ser solo biológica y se convierte en una energía espiritual y creativa.
Aprendemos a canalizarla, a sostenerla, a disfrutarla sin miedo ni culpa. Entonces el deseo ya no es una carencia, sino una fuerza de vida que nos empuja a crecer.

Por qué es tan importante trabajar con la energía sexual

La energía sexual es la misma energía que nos da vida. Trabajar con ella no es solo una cuestión de placer, sino de salud y conciencia.


Cuando aprendemos a elevarla, a circularla y a transformarla, podemos:

  • Liberar bloqueos emocionales y físicos.

  • Aumentar la vitalidad y la creatividad.

  • Mejorar la relación con nuestro cuerpo y con los demás.

  • Sanar heridas de vergüenza, miedo o culpa asociadas al placer.

  • Vivir relaciones más auténticas, sensibles y conscientes.

El Tantra no propone una moral ni una técnica, sino una actitud de presencia y reverencia ante la energía más sagrada que habita en nosotros.

Una invitación

Si quieres conocerte más allá de lo mental, si sientes que algo en ti busca una forma diferente de vivir la sexualidad —más consciente, más plena, más libre—, te invito a explorar tu propia energía sexual.
Aprender a trabajar con ella es abrir la puerta a una nueva forma de amar, de crear y de estar en el mundo.

Porque cuando transformas tu energía sexual, transformas tu vida.

HOLA!, Soy el idiota que escribe esto...

Y quizás sea interesante o tal vez no, no lo sé; Ser o no ser... ese es el verdadero dilema. Este es un espacio para soltarme, un lugar donde dejo fluir mis ideas más disparatadas, donde me entrego a la procrastinación del cuerpo y al impulso mental de vomitar públicamente, para exorcizarme y, quién sabe, quizá también para exorcizar a otros. Ser humano es más complejo de lo que parece, porque hay que saber cuándo soltarse y cuándo atarse. ¿Cuándo cada cosa? Ahí radica la verdadera cuestión. A ojo de buen cubero, diría que ese es el dilema: cuándo ser mitad hijo de Dios y cuándo mitad hijo de puta...

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