Un camino de piedras; la necesidad de vivir lo que se nos pone por delante.

Si algo puede definir a una persona es su trayectoria de vida. La vida que hemos llevado es la que nos define. Es la practica de nuestra vida la que nos da experiencia y la experiencia es lo que nos hace sabios. Experiencia significa vivir, tropezar, sufrir y cambiar. Todos deseamos que eso no suceda, tratamos de dar en el blanco de buenas a primeras sin tener que probar ¡a la primera! Son nuestras derrotas las que nos pulen, nuestros fracasos los que nos definen. Vivir no es acertar, vivir es caminar.

Es como un arquero, ve la diana a lo lejos y está con su arco y su flecha dispuesta. Quiere dar en el blanco y quiere estar preparado, lee tratados de tiro con arco, se come un montón de vídeos de YouTube, habla con arqueros experimentados, mira que arco es el mejor, la mejor manera, se lo compra por Amazon, las flechas las busca de punta de cerámica que son las mejores. Luego estudia el tiempo, la meteorología y se centra en la importancia de los cambios de temperatura para que la flecha vaya recta, incluso tiene en cuenta la rotación de la tierra. Está preparado. Apunta, trata de tener en cuenta el peso de su cuerpo, la tensión del antebrazo, la respiración pausada, tratando de exhalar lentamente, no puede, normal, es su primera vez, desiste, no está preparado, hay algo que no consigue preparar bien , es la respiración.

¡Lanza la flecha!

La raíz etimológica de pecar viene de “tropezar” y está claro que si no caminas y te mantienes sentado en la misma silla toda la vida no vas a tropezar nunca. Pecar es no dar en el blanco y no dar en el blanco es una muestra de “tratar de dar en el blanco”. Debemos pecar para poder dar en el blanco. Experimentar y sostener, gestionar y reformular. Así ha sido la vida siempre.

No nos tiene que dar miedo fracasar, si no morir y no haber fracasado en nada.

HOLA!, Soy el idiota que escribe esto...

Y quizás sea interesante o tal vez no, no lo sé; Ser o no ser... ese es el verdadero dilema. Este es un espacio para soltarme, un lugar donde dejo fluir mis ideas más disparatadas, donde me entrego a la procrastinación del cuerpo y al impulso mental de vomitar públicamente, para exorcizarme y, quién sabe, quizá también para exorcizar a otros. Ser humano es más complejo de lo que parece, porque hay que saber cuándo soltarse y cuándo atarse. ¿Cuándo cada cosa? Ahí radica la verdadera cuestión. A ojo de buen cubero, diría que ese es el dilema: cuándo ser mitad hijo de Dios y cuándo mitad hijo de puta...

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